Los malditos
Malditos los retoños de
la cópula de un pobre mendigo
con una infeliz indigente
condenados a soportar la sed del mal
la cara oculta del horror infinito.
Están manchados con el hedor de la pobreza
De la mugre y el dolor.
Malditos los que cada día nos hacen
pensar que Dios no existe,
y que el caos ha dominado
el orden interno de las cosas
malditos los que entristecen la belleza de las perlas
que resbalan por sitiales dorados
las flores de turbador aroma
la hierba de terciopelo
las sedas...
Aquellos por los que el hombre descubre
la imperfección y el caos
¿Los culpables?...
si sólo conocen los largos inviernos
sin color
ni rosas
ni aromas
ni incienso...
Ellos los desheredados
los otros
los ciegos
¿serán invertida la luz del espejo?
¿El espejo opaco de un tramo del
tiempo que cambia al azar su terrible péndulo?
¿Quién hizo la ley?
¿Quién fijó que ellos serían los primeros
en ser atrapados en los recovecos
de sangre-veneno
sin un primer juicio
sin fijar las normas que aplican torturas- tormentos?
No quiero pensar
que el viento de horrores que impone en el caos
agujas de miedo
se mueva al capricho del tiempo.
Que ellos
los malditos
los otros
los ciegos
sean del azar inmutable un triste capricho
o peor aún, un simple concepto .
De mi libro Nos+otros (Huerga y Fierro)
la cópula de un pobre mendigo
con una infeliz indigente
condenados a soportar la sed del mal
la cara oculta del horror infinito.
Están manchados con el hedor de la pobreza
De la mugre y el dolor.
Malditos los que cada día nos hacen
pensar que Dios no existe,
y que el caos ha dominado
el orden interno de las cosas
malditos los que entristecen la belleza de las perlas
que resbalan por sitiales dorados
las flores de turbador aroma
la hierba de terciopelo
las sedas...
Aquellos por los que el hombre descubre
la imperfección y el caos
¿Los culpables?...
si sólo conocen los largos inviernos
sin color
ni rosas
ni aromas
ni incienso...
Ellos los desheredados
los otros
los ciegos
¿serán invertida la luz del espejo?
¿El espejo opaco de un tramo del
tiempo que cambia al azar su terrible péndulo?
¿Quién hizo la ley?
¿Quién fijó que ellos serían los primeros
en ser atrapados en los recovecos
de sangre-veneno
sin un primer juicio
sin fijar las normas que aplican torturas- tormentos?
No quiero pensar
que el viento de horrores que impone en el caos
agujas de miedo
se mueva al capricho del tiempo.
Que ellos
los malditos
los otros
los ciegos
sean del azar inmutable un triste capricho
o peor aún, un simple concepto .
De mi libro Nos+otros (Huerga y Fierro)
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